Era una noche llena de música, estaba celebrando con su esposa, su
aniversario de bodas, habían ido a un concierto en un estadio que llegaba a su
término, la gente se amontonaba buscando la salida, van caminando, perdidos
entre tanta gente, él adelante ve una cara conocida...
Tiene diez años de casado, anteriormente tuvo una relación que duro cinco
años, era el tiempo de la universidad, donde los novios estudiantes no
necesariamente son los esposos profesionistas, cuando se titularon cada uno tomo
caminos distintos, una relación llena de placer que se perdió por buscar una
relación con más madurez.
Los recuerdos llegan a su mente, de cuando tenía aquella novia, de los
momentos de pasión, de cuando hacer el amor era lo prioritario, no importaban si
estaban en el coche o encerrados en un armario.
Va sumido en sus pensamientos mientras el mundo de gente poco a poco
avanza, unas personas avanzan mas rápido, colándose entre la marea de gente,
otras, con paciencia, siguen el paso de la mayoría, el rostro familiar ahora
está más cerca, era ella, esa novia con que probo todos los placeres
inimaginables, con quien no había tabúes, con quien nunca tenía que pedir
permiso para nada, porque todo lo que se le antojara... Siempre era
bienvenido.
La gente seguía caminado, ahora ella está enfrente de él, él va son su
esposa a su lado, quien también va batallando, haciéndose campo entre el tumulto
que busca la salida.
Todos van caminando con la mirada de frente, buscando ver sobre las cabezas
de todos, compactándose todos.
Él ya puede oler el perfume que tiene puesta su antigua novia, quien a su
vez va acompañada de su pareja, el esta atrás de ella, en cada paso se
acercándose un poco más, el viento hace que sienta su cabello en su cara,
mientras su cuerpo está ya a solo centímetros de distancia.
De pronto ella se detiene, él va con la inercia de todos, por lo que es
inevitable quedar pegado a ella, a su espalda, sintiendo sus nalgas pegadas a
él, las mismas que por tantos años toco, con las que jugó, con las que tantas
veces fueron la puerta a la penetración...
El viste un ligero pantalón de lino, ella un vestido de manta, no se
separan, el cuerpo de el de inmediato reacciona, llenando de sangre un miembro
que minutos antes estaba tranquilo, el siente como empieza a tener una erección,
así, pegada a ella, siente como el cuerpo de ella se amolda como un guante a esa
parte de su cuerpo.
Ella no se mueve, no ha volteado, no sabe quién esta atrás de ella, da la
impresión como de no darse cuenta...
Ahora todos caminan despacio, su mujer a su lado está muy ocupada tratando
se deparase de quien está frente a ella, no tiene idea de lo que pasa a su
lado.
Él ya tiene muy marcada la erección, ahora está más pegado a ella, ya no es
por la inercia de la gente, es por el llamado del pasado que está llegando a su
mente, caminando como a un mismo paso, coordinados, como siempre lo fueron
cuando eran amantes, con cada paso se hacía un roce completamente provocado,
dándole un placer que tenía mucho de no sentir, el mismo que sentía cuando lo
hacían en la recamara de ella, haciéndolo apasionadamente pero sin emitir ningún
ruido porque sus padres estaban en el cuarto de al lado, pensando que su hija
estaba con su compañero estudiando.
El roce de la tela, en ese trasero, condimentado con sus recuerdos, lo
estaban llevando al clímax, su miembro estaba enfundado entre las nalgas de
ella, apuntando hacia su entrepierna, el vestido de ella estaba entre sus nalgas
también metido, daba la impresión de que ella no llevaba ropa interior, ahora
ella también hacia un ligero movimiento, como reconociendo lo que tenía casi
dentro de ella, como saludando a un viejo conocido, eran como dos danzantes
bailando una suave danza de fertilización, bajo la luna, aislados entre tanta
gente...
El roce seguía, si no fuera por la oscura noche, todos se darían cuenta del
descarado roce, entre esos dos ya no había disimulo, ambos de acuerdo, ambos
gozando... Pero solo uno sabia con quién lo hacía.
El sentía unas suaves punzadas anunciando el final, se quiso detener, se
quiso separar, pero no había forma, la misma gente era su mejor cómplice, no
pudo separarse, no pudo detenerse y sosteniendo el aliento para no dar un gran
suspiro, termino dentro de sus propios pantalones, sentía como su miembro le
latía con cada descarga, era como si no hubiera hecho el amor por semanas,
controlados, muy controlados espasmos recorrieron su cuerpo, hasta que por fin…
Se quedó quieto.
Y así continuo, caminando, pegado a ella, como dos amantes que terminan
abrazados después de tener el orgasmo...
El sentía la humedad caliente de todo su semen, sentía como se empezaba a
escurrir por su pierna, aún estaba extasiado por lo que acaba de pasar, cuando
por fin estaba llegando a la puerta de salida.
Ya el tumulto se empezaba a separar, ya caminaban todos separados, aun con
poca luz, no había forma de conocer el monto de los daños.
Cuando ya pasaron la salida, ella disimuladamente volteo, para ver quién
era el que venía atrás, cuando se toparon sus miradas, ella, al reconocerlo, le
dedico una gran sonrisa, el no pudo evitar hacer lo mismo, sus mutuas parejas no
se dieron cuenta de esas miradas y menos de darse cuenta, de lo que entre ellos
se decían en sus mentes... Fue un placer volver a verte.
Saliendo del estadio, el de inmediato se dirigió a un estanquillo donde
vendían cervezas, le pregunto a su esposa si quería algo, sin voltear a verla,
siempre caminando delante de ella, no escucho lo que le respondió, le urgía
comprar una cerveza, la compro, pidió que se la vaciaran en un vaso, le dio un
trago y casualmente, el vaso se le resbalo de sus manos, justo para caer en sus
pantalones, unos pantalones que ya iban mojados, pero que ahora ya eso, estaba
completamente justificado.
Él se disculpó con su esposa por su torpeza, ella, con gran comprensión, le
dijo que no tenía importancia, que no se preocupara, que si por la
cerveza quedaba manchado el pantalón, les iba a servir de recuerdo... De esa
especial ocasión.